La forma más sencilla y eficaz de entrenamiento cerebral

7 min de lectura - 27 Dic 2016

Se dice que los seres humanos poseemos dos tipos de inteligencia: la inteligencia cristalizada y la inteligencia fluida.

La inteligencia cristalizada representa el uso de la información que hemos ido adquiriendo a través del desarrollo de nuestras habilidades y experiencias de vida. Este tipo de inteligencia aumenta con la edad y es utilizada por la mayoría de las culturas occidentales.

La inteligencia fluida es la habilidad para identificar patrones, usar la lógica y resolver problemas. En esencia, implica observación atenta, creatividad, conocimiento, innovación e intuición.

Aumentar la inteligencia cristalizada es relativamente simple: basta con leer más, recopilar más datos, memorizar información, acumular experiencias, etc.

El desarrollo de la inteligencia fluida, sin embargo, ha estado rodeado de cierta controversia: por un lado encontramos a los defensores de ciertas formas de entrenamiento cerebral, mientras que los detractores argumentan que los ejercicios son poco más que una pérdida de tiempo.
"Las ondas cerebrales son los ladrillos con los que la consciencia se construye a sí misma en nuestra forma física."

Entrenamiento cerebral

A la hora de hablar de entrenamiento cerebral, es decir, fomento de las capacidades cerebrales y las reservas cognitivas, muchos métodos han demostrado tener dudosa fiabilidad, y esto se ha debido principalmente a dos causas:

1. fueron diseñados de forma genérica y
no fueron practicados el mínimo de tiempo necesario para generar cambios significativos.

2. La mejor forma de determinar si un entrenamiento cerebral está siendo productivo es saber de antemano qué funciones específicas estamos optimizando (concentración, memoria, ondas cerebrales específicas, etc). Después, debemos mantenernos constantes con la forma de entrenamiento cerebral que hemos escogido y convertirla en un hábito, ya que los logros derivados de nuestro entrenamiento cerebral no son permanentes. No podemos esperar cambios estables si apenas hemos practicado.

La Asociación de Psicofisiología Aplicada y Biofeedback (Association for Applied Psychophysiology and Biofeedback) encontró que los participantes que entrenaron sus ondas cerebrales (una forma específica de entrenamiento cerebral) mostraron una ganancia promedio de CI (cociente intelectual) del 23 por ciento. El estudio apunta a que, al intervenir voluntariamente en la actividad de las ondas cerebrales, el cerebro puede aumentar su plasticidad y reorganizarse.

¿Por qué son las ondas cerebrales tan importantes?

El cerebro está constantemente creando impulsos eléctricos. Estas corrientes de electricidad u ondas cerebrales pueden ser medidas por electroencefalógrafos en base a su amplitud y su frecuencia.

En su libro Awakening the Mind, Anna Wise desengrana los resultados de sus investigaciones utilizando tecnologías de biofeedback durante más de 30 años.

Las ondas cerebrales son los ladrillos con los que la consciencia se construye a sí misma en nuestra forma física. La categoría, o combinación de categorías, determina nuestro estado de consciencia en un momento particular. Cada estado que experimentamos es una sinfonía de ondas cerebrales, ya que el cerebro puede emitir diferentes tipos de ondas al mismo tiempo.

Las ondas beta son las ondas más rápidas, y las más comunes para nuestro estado cotidiano de consciencia. Son producidas por nuestro pensamiento habitual, nuestros procesos cognitivos conscientes.

Las ondas alfa representan nuestra consciencia relajada y desapegada de los procesos cognitivos habituales, el estado de la mente donde soñamos despiertos. Su importancia fundamental es que actúan como nexo o puente entre la mente consciente y la mente no consciente. Si queremos volvernos lúcidos acerca de lo que experimentamos en nuestros sueños o en nuestros estados meditativos profundos, que son estados theta (e incluso delta), necesitamos desarrollar una sólida base de ondas alfa.

Las ondas theta, presentes en el sueño profundo y la meditación profunda, y representan todo aquello que pertenece al dominio del inconsciente, es decir, los contenidos positivos y negativos que almacenamos sin siquiera saber que están ahí. Mirar cara a cara a estos contenidos es mirarnos cara a cara a nosotros mismos.

"En Mindful Science ofrecemos diversas prácticas para ejercitar las ondas cerebrales Alfa y Theta."

¿Cuál es la clave del trabajo con ondas cerebrales?

Alfa es el requisito para poder extraer, procesar, interpretar y recordar información de los estados theta. Theta proporciona el material, el contexto de la experiencia profunda, pero es alfa quien proporciona la comprensibilidad y la lucidez acerca de la experiencia. En otras palabras, sin un entrenamiento alfa, nos resultará muy complicado obtener claridad acerca de lo que emerge en theta.

Una de las formas más efectivas de entrenar nuestras ondas alfa es a través de la imaginería mental o visualización, es decir, la habilidad de crear imágenes mentales.

Para aumentar la claridad y el realismo de las imágenes que evocamos, un recurso muy efectivo es sensualizar la escena, es decir, apoyar la visualización con la activación de otros sentidos a través de la imaginación. Cuantos más sentidos podamos combinar para recrear una escena mental, más significativa será esa escena, más estaremos desarrollando nuestras habilidades de visualización y más estaremos trabajando con las ondas alfa.

La capacidad de visualizar se desarrolla a medida que trabajamos en ella, y la producción de ondas alfa se acentúa, con lo que más sencillo nos resulta recordar los contenidos experimentados durante los estados theta propios del sueño profundo y la meditación profunda.

Alfa creará un flujo equilibrado de intercambio de información consciente e inconsciente, beta y theta, proporcionándonos claridad, entendimiento y compresión, potenciando nuestra inteligencia fluida, y sentando las bases que nos permiten acceder a los denominados estados no ordinarios de conciencia.

La atención como base del entrenamiento cerebral

Una de las premisas derivadas de nuestra investigación y experiencia directa es que el trabajo con ondas cerebrales puede llegar a ser ciertamente dificultoso si no hemos desarrollado previamente nuestras habilidades de concentración y observación, para lo que también proporcionamos prácticas tanto gratuitas como avanzadas.

Reagrupando la atención gracias al desarrollo de nuestras capacidades de concentración y observación, y apoyándonos en el trabajo cardiorrespiratorio, evitaremos la dispersión mental y podremos centrarnos en los ejercicios alfa y theta a través de prácticas específicas de visualización (en este enlace puedes conocer más acerca de nuestro curso online de visualización creativa).

Estos antiguos conceptos de samata y vipasana, concentración y observación, representan en realidad dos aspectos de la atención, un 
estado metacognitivo de la mente que permite que se active el mecanismo biológico de la conciencia. Cuando estamos concentrados en lo que observamos, estamos atentos; cuando estamos atentos, nos volvemos conscientes de lo experimentado, y nuestro cerebro responde conectando funcionalmente las neuronas que estaban dispersas en la corteza cerebral y el tálamo.

A practicar la atención se aprende practicando. No hay otro secreto. Si la mente tiene el hábito de la dispersión y la multidireccionalidad, con práctica vamos logrando el hábito de la reunificación de la atención, la unidireccionalidad de la mente, el rayo láser vigilante que nos permite dirigir el flujo de atención.

La atención se vuelve entonces un recurso que administramos voluntariamente, una elección consciente. Allá donde depositemos la atención, habrá energía. La energía fluye en la dirección que la atención le indica. Si queremos potenciar nuestras habilidades y capacidades cerebrales, debemos dirigir la atención hacia el interior.

Este estudio publicado en Consciousness and Cognition (Conciencia y Cognición) muestra que 4 días de práctica de atención plena no solo disminuyen los niveles de estrés, sino que sientan las bases para la mejora de nuestras capacidades de memoria y concentración. A partir de ahí, se trata de mantener la práctica de forma persistente para que los cambios biológicos que hemos puesto en marcha no se diluyan. Se necesita refuerzo a través de la repetición corporal.

Nosotros sostenemos que no hay mejor forma de abordar el trabajo con ondas cerebrales que convertir la práctica de la atención plena en un hábito diario. El desarrollo de la atención a través de la actividad cardiorrespiratoria, además de activar los mecanismos piscosomáticos del equilibrio, nos permite volvernos objetivamente conscientes acerca de lo que percibimos y experimentamos en nuestras visualizaciones, relajaciones guiadas y meditaciones.

Respirar en tiempos revueltos

Ya sea que nos inspiremos en la evidencia empírica o en la tradición meditativa, lo importante es que esta inspiración nos invite siempre a crear el hábito placentero de la práctica diaria.

No es fácil recoger esta invitación en la “sociedad de las Tres Des” (dispersión, distracción y despiste), la sociedad de la “atención pena”, esa atención penosa, pobre y vagabunda que no sabe muy bien dónde detenerse. Pero si nos sobreponemos al influjo de las tres des, si practicamos cada día y mantenemos una intención correcta, una actitud correcta y una acción diestra, la transformación mente-cuerpo es un hecho.

Cuando, a través de la atención consciente a la actividad cardiorrespiratoria, permitimos que esas dos partes del todo que son el cerebro y el corazón interactúen armónicamente, la sabiduría psicosomática germina, reestructurando nuestras funciones orgánicas y permitiendo que nuestras virtudes naturales permeen todos los aspectos de nuestra vida social.

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