¿De dónde vienen las emociones, y cómo influyen en nuestra salud física y mental? La química de las emociones.

¿Y por qué nos afectan las emociones de otros? En este blog te contamos qué  dice la ciencia acerca de todo esto.

En su obra de referencia “Moléculas de las emociones” (1999), la doctora Candace Pert (1946-2013) demuestra que la mente y el cuerpo están conectados a través de las emociones, a las que define como mecanismos biopsicosociales diseñados para transformarnos a nivel individual y colectivo.

Neurocientífica y farmacóloga, considerada por muchos como la “madre de la psiconeuroinmunología”,  nos mostró que las emociones, en gran medida ignoradas dentro de la ciencia y la medicina, son en realidad clave para entender cómo el cuerpo y la mente se afectan entre sí.

Descubrió que las emociones son sustancias químicas que nuestro cuerpo produce, que además de hacernos sentir de determinada forma (alegría, tristeza, ira, miedo, etc.), dirigen los cambios fisiológicos que ocurren simultáneamente en el cerebro y el resto del cuerpo, modifican nuestra percepción, transforman nuestros estados de conciencia e influyen en otros seres sintientes.

Las moléculas de la emoción

En 1972, Candace Pert descubre la existencia de ciertos receptores, situados en la superficie de las células de nuestro cuerpo, que unen selectivamente a moléculas específicas, tal y como una llave encajaría en su cerradura. 

Las moléculas de la emoción actúan como señales que afectan a la química y la electricidad de cada célula: experimentamos sensaciones, sentimientos, pensamientos, cambios de humor.

La vida de la célula, por lo tanto, está determinada por los mensajes que las moléculas de la emoción le envían. Son estos mensajes, y no los genes, los que establecen nuestra conducta, nuestro humor y nuestro funcionamiento biológico. 

Todo nuestro cuerpo depende de estas sustancias. 

De hecho, nuestro estado mental también depende de ellas: según la doctora Pert, los neuropéptidos son responsables de alterar nuestros estados de conciencia.

Además de sus contribuciones en el campo de la Medicina Mente-Cuerpo, el trabajo de la Dra. Pert fue determinante para permitirnos prosperar en nuestro conocimiento acerca de la inteligencia somática. Gracias a sus investigaciones, hoy sabemos que las tres áreas clásicamente separadas -neurociencia (cerebro), endocrinología (glándulas) e inmunología (nódulos linfáticos, médula ósea y el bazo)-, están unidas en una red integrada de comunicación multidireccional coordinada de acuerdo a las moléculas de la emoción.

Nuestras emociones son mucho más que "cosas que sentimos": son los conductores principales de nuestros sistemas biológicos y orquestan el equilibrio de nuestro organismo.

Favorece tus emociones expansivas

Cuanto más sentimos una emoción, más fácil nos resulta seguir sintiéndola en el futuro.

Cuanto más alegría sentimos, más preparamos el terreno para que nuestro cuerpo cree los circuitos asociados con esa emoción. Y cuanto más nos sumimos en emociones nocivas, más fijamos los circuitos asociados con las moléculas tóxicas (como sería el caso del famoso cortisol, la hormona del estrés).

Un ejemplo de este proceso en acción:

  1. Sientes gratitud y liberas sus moléculas asociadas, opioides placenteros.

     

  2. Te sientes bien, y esta emoción positiva fortalece los circuitos cerebrales de la gratificación y la recompensa.

     

  3. Tus células desarrollan más receptores afines a la gratitud, y le piden a tu organismo que envíe más “moléculas de gratitud”.

     

  4. Esto te predispone a reproducir más comportamientos y actitudes interiores que generan gratitud, con lo que más opioides naturales son liberados.

Se trata de un circuito de retroalimentación positiva: cuanta más gratitud sientes, más estás preparando a tu biología para ayudarte a incorporar esta emoción en tu vida de forma repetida.

¡Y la buena noticia es que puedes ejercitar tu capacidad de favorecer emociones expansivas y edificantes como esta! Todo el mundo puede hacerlo, con la práctica regular del mindfulness. 

La Atención Plena nos permite conectarnos con nuestro cuerpo y con nosotros mismos de una manera más profunda y consciente. 

Cuando te pones en el camino de entrenar esta habilidad, no solo te sientes bien, sino que transformas por completo el funcionamiento de tu biología, tus procesos cognitivos, tus mecanismos de percepción y tus estados de conciencia.

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¡Gracias por leernos!

¡Hasta pronto!

Mindful Science y equipo.

Texto: Nayla Funes - Psiconeuroeducador
Corrección literaria: Nerina Crocce y Lucia Ibañez para Mindful Science.

Disfruta la calma y paz que mereces.

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